lunes, 28 de marzo de 2016

LA DOCENCIA UNA PROFESIÓN ALTIVA

"No es el contar heroico de los grandes personales, de los que todo les salió bien. No es el contar de los que lo saben todo y seguros deciden, enunciando en los relatos sus grandes aventuras y magníficos proyectos... Es, por el contrario, el contar que surge desde el quehacer cotidiano, aquel que tiene la intencionalidad de transmitir, de legar algo que se considera valioso" (Alliaud:2012:7).


Hasta ahora la docencia  está relacionado con la vocación, la disciplina, la entrega, la neutralidad política, la abnegación, la puntualidad, el decoro, una conducta y una moral ejemplar y patriótica; cualidades que deberíamos cultivar hombre y mujeres. El trabajo docente está vinculado en los procesos de transmisión,  apropiación,  circulación y  distribución del conocimiento constituye el centro de la identidad profesional de los maestros y profesores. La tarea docente se convierte en acción social en la medida en que forma parte de los procesos fundamentales de transmisión de la cultura,  Pablo Pineau (2007) define al docente como “trabajador de la transmisión de la cultura”: 

“Entender al docente como trabajador implica el reconocimiento de una elección subjetiva y consciente, no por cumplimiento de algún tipo de destino esencial, vocacional, personal, social, de género o cualquier otro, sino como una acción concreta del sujeto en una opción históricamente situada. Esto incluye el reconocimiento de la “profesionalidad” de su tarea, entendida como la tenencia de ciertos saberes específicos para llevarla a cabo”.

Su misma definición supera el concepto de vocación como “llamado interno” para situarlo en una acción profesional de alcance colectivo. Formar un docente es preparar un profesional con teorías y procedimientos en el campo del pensamiento filosófico, histórico, político, pedagógico, didáctico, psicosocial, mismos que ayudarán a desarrollar todas las actividades y tareas educativas y al finalizar sus estudios son llamados a trabajar a lugares cercanos o alejados donde requieren sus servicios profesionales; dejando familia, amigos, casa, comodidad, etc.

La docencia para muchas personas es una profesión no muy valorada y minimizada; para los jóvenes una carrera poco atractiva; posiblemente por el poco reconocimiento social y la baja remuneración salarial;  pero la actividad docente es maravillosa; permite una práctica social y política, para la transmisión cultural, el crecimiento de distintos fines sociales y productivos;  y,  la formación de subjetividades.

Los ciudadanos y ciudadanas le deben a la enseñanza y con ellos a los docentes no solo el acopio de experiencias y saberes que ocurre en la escuela; sino también al encuentro, la convivencia, entendimiento, la solución de problemas diarios y la transmisión de la cultura.

…”En pocas palabras, las escuelas no son lugares neutrales, y consiguientemente tampoco los profesores pueden adoptar una postura neutral. En el sentido más amplio, los profesores como intelectuales han de contemplarse en función de los intereses ideológicos y políticos que estructuran la naturaleza del discurso, las relaciones sociales de aula y los valores que ellos mismos legitiman en su enseñanza”. (Giroux, 1997, 173)



Al concluir, hago público mi reconocimiento a los docentes jubilados y en ejercicio tanto del sector urbano y rural, hispano y bilingüe; y, mi mensaje a persistir en su abnegada labor al servicio de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestra provincia, la región amazónica y la Patria.

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